Al poco tiempo veo inundado mi reflejo en un mar de
lágrimas con la banda sonora de este momento, aunque al ritmo de la rutina. He
perdido el tiempo y me llevo las manos a la cabeza de todos los momentos y rincones
por los que voy pasando. Aunque sólo sea en mi mente, y entre recuerdos. Me
llevo la bebida a la boca para pegarle un sorbo, y cada mililitro del refresco que
atraviesa mi garganta hasta llegar al estómago se convierte en las calles,
bares, pubs y discotecas que he dejado atrás en cada paso; y las risas en las
esquinas. Mi pulso se acelera y el recuerdo se acrecenta, dándome un mayor
vértigo cada pisada. No quiero recordar más, cada paso se vuelve aún más turbio
al anterior, pero menos intenso y caliente al siguiente; y lo único que
necesito es quedarme atrapada en este mismo instante.
Cada segundo lleva la banda sonora de las risas
compartidas y el río cayendo lentamente por mi garganta, mientras ando por las
afueras buscando paz y alejarme de la energía que me pueda contagiar en mis
peores momentos, concentrarla en mí como un punto de fuga central o campo
gravitatorio y protector formando así un aurea a mi alrededor.
—No lo aguanto más — Pienso y, casi por inercia, me
flexiono para coger aire y reponer fuerzas.
Apenas lo siento. He perdido la batalla final, pero
qué importa ya. Ni sé dónde estoy, y lo digo literal y metafóricamente. La
gente no para de pasar: Algunos corren, otros andarán sin rumbo, a otros les
lleva la prisa y entre todos ellos, estoy yo. Parada, sin saber muy bien qué
hacer ni a dónde ir, con más ruido y vértigo que me anulan por dentro al
completo y todo lo que haya podido ser hasta ahora invalida el camino; y cada persona,
cada conversación y cada momento.
Como ahora, entonces.
Bueno, no. Ahora sólo necesito despertarme, estoy dormida,
porque me niego a aceptar que me he quedado atrapada en una época que se
convertirá en mi vida para aborrecerla y para poder avanzar hacia cualquier otra
dirección de las mías, qué importa si la correcta, ya sólo me importa avanzar y
de la dirección que pueda elegir, por muy falseada que esté, hacerla correcta.
Y todo el ruido que retumba en mis oídos hasta convertirse en silencio a través
de los hielos contra el vaso, despejando cada una de las dudas que se manejan
en esta ecuación y está a mitad de camino.